tuvo que caer en mi cuarto, calcinarme el alma
Deshilacharme la felicidad.
Habiendo tanto espacio en la casa
tuvo que caer en mi cuarto,
enmohecer las paredes,
llenarme de humedad los cuadros
y me ha pintado una cara de recién parida
cuando el silencio me zurce la lengua
y es que me he vuelto una alcantarilla,
una coladera, quizá, más aún: una masacre.
Luisa Albarrán